¿Qué harías si…?

Por Enrique Escamilla

Recientemente tuve la oportunidad de observar un reportaje donde realizaron una entrevista a “niños de la calle”, una de las preguntas fue la siguiente: ¿Qué harías si solo tuvieras 24 horas de vida?

Sus respuestas fueron muy variadas, desde saltar de un Bungee, comer su platillo favorito, escuchar a su grupo musical favorito en un concierto, viajar a algún lugar o pasar tiempo con la familia.

Para mí fue interesante que todas esas respuestas tuvieran un común denominador: hacer algo que nos cause felicidad o satisfacción personal. Y es que de hecho todos de alguna forma daríamos respuestas similares, pero el punto interesante aquí es que sólo pensamos en nosotros.

A lo largo de nuestra vida muchas veces nos perdemos en situaciones o conflictos que no nos permiten disfrutar de esa sensación de libertad, plenitud y contentamiento, y es por eso que ante esta pregunta hipotética, las respuestas son obvias.

Pero esto en gran medida se debe a que nuestras experiencias relacionales han sufrido algún tipo de desgaste por no reconocer faltas cometidas, ya sea hacia nosotros o de nosotros hacia alguien más.

Algunos encontramos muy difícil y hasta incómodo acercarse a quienes hemos lastimado y disculparse por el dolor que pudimos haber causado.

Imagínense ¿Cuántas relaciones personales o de trabajo podrían haberse salvado?, ¿Cuántos hogares pudieron haberse reparado? ¿Cuánta distancia entre padres e hijos podría haberse resuelto si una de las partes involucradas hubiera tenido el valor para enfrentar a la otra persona y decir “lo siento”? Aunque nuestra falta no haya sido intencional o que incluso desde nuestra perspectiva no hubo tal, aún así podríamos disculparnos.

Algunas personas piensan que haciendo esto estarían admitiendo un mal, o incluso sienten temor o incertidumbre de que su disculpa no sea aceptada. Sin embargo, ganaríamos el respeto de los demás si tuviéramos el valor para hacerlo.

Alguien dijo, “Nuestro enojo es el que nos hace ingresar en un altercado, y nuestro ego se ocupa de que permanezca allí”

¿No crees que sería más satisfactorio pensar que tu último día de vida lo viviste sin dejar ninguna cuenta pendiente?

Queriendo estar bien, pero también buscando que otros lo estén ¡piensa en ello!